El XIX Laboratorio Internacional de TNT finalizó “a lo grande» con la vuelta de El Público de Lorca, recuperando un montaje histórico de Atalaya.

En 2001 se estrenó en el Teatro Central y recorrió 50 teatros de 30 provincias españolas con el aplauso unánime de la crítica, que lo consideraría como “uno de los más sublimes montajes del grupo andaluz”.

El Público es una de las obras más inquietantes y modernas de Lorca. Únicamente ha sido llevada a escena en 3 ocasiones en el ámbito profesional: Lluis Pasqual en el CDN en 1986 en un montaje que marcó época, Atalaya en 2001 y Alex Rigola en el Teatro de la Abadía en 2016. Justamente el montaje de Atalaya se encuentra a mitad de camino de los creados por los dos directores catalanes. Se da la circunstancia de que también está a mitad de camino entre los dos montajes estrenados en Madrid de Así que pasen 5 años de Atalaya (en 1986 y en 2016).

La mayor parte de los actores y actrices que tomaron parte en aquel montaje forman parte del equipo pedagógico del Laboratorio de TNT: Jerónimo Arenal, Joaquín Galán, Aurora Casado, Marga Reyes, Silvia Garzón, Manuel Asensio y Sario Téllez, quien ha ejercido de directora para la reposición de dicho espectáculo, haciendo valer su amplia experiencia ya en la dirección escénica, así como en la ayudantía de dirección de Ricardo Iniesta para los espectáculos de Atalaya desde hace tres lustros.

Ricardo Iniesta, director de Atalaya y Centro TNT, nos cuenta con detalle el apasionante periplo antes de llegar al reestreno de un montaje único.

–  Celebráis estos días la finalización del XIX Laboratorio Internacional, un proyecto único en nuestro país, pero ¿qué es lo que lo hace tan especial? El laboratorio empezó en el año 95 y lo e lo más diferenciador es el elevado número de maestros de todas las tradiciones teatrales. En concreto han pasado por TNT ciento diez de treinta países de todos los continentes, muchos de ellos maestros de referencia en su arte concreto. Por ejemplo, en Butoh, en Ópera de Pekín, en Kathakali, en Teatro Balinés, en Teatro del Arte, en Biomecánica Rusa, en el Teatro Isabelino, en el candomblé o afrobrasileño. Por otro lado, los los doscientos actores que han formado parte de las diferentes ediciones en gran parte han integrado los elencos de todos los espectáculos de Atalaya y TNT que se han producido en los últimos veintitrés años.

– ¿Qué balance puedes hacer de esta edición? Se ha dado la circunstancia de que teníamos planteado un sólo curso, pero los actores y actrices pidieron al terminar seguir un año más. No se suele hacer, pero dado el elevado interés y nivel lo decidimos llevar a cabo. Han sido más de mil horas de trabajo y entremedias estuvo su participación en el evento Río sin Fronteras del programa europeo Caravan Next, donde los actores y actrices del laboratorio tuvieron un rol muy importante. Por otro lado, han sido más de veinte los maestros que nos han visitado, la mitad de ellos de fuera de España. Entre ellos, dos actores del Odin Teatret, Leo Bassi, el director de El Rayo Misterioso…

– ¿Cómo y en qué momento se decide retomar un montaje tan especial de una obra tan significativa y única de Lorca como ‘El Público’? En el anterior laboratorio, que fue un experimento como laboratorio-escuela con dos cursos, retomamos al terminar el montaje de Divinas Palabras. En esta ocasión la idea, dado que había un mayor nivel del grupo de actores —ya que eran casi todos profesionales en comparación con el laboratorio-escuela, que lo formaban actores que no habían terminado sus estudios y que, en algunos casos ni siquiera se habían subido a un escenario— si eran profesionales de diferentes partes de España y decidimos que en el segundo año podíamos retomar un espectáculo. Y pensé en ‘El Público’, que es un espectáculo muy especial porque supuso un antes y un después en la estética de Atalaya. Como dice Lluís Pasqual —y estamos de acuerdo, el también lo montó en el año 86— después de haber transitado por el teatro bajo la arena, ya no se puede hacer el mismo tipo de teatro. Queríamos que el público volviera a tener vida dieciséis años después de estrenarlo porque, puesto cuando el teatro no está realizándose es un arte muerto. No es como la música, como la escultura, como la pintura. El teatro o se está representando o está muerto. Queríamos que resucitara aunque fuese por dos días. Creo que ‘El Público’ es uno de los grandes textos del siglo XX a nivel mundial y, por supuesto, en lengua castellana. Era una forma de celebrar los treinta y cinco años de Atalaya, los ciento veinte del nacimiento de Lorca y los diez de TNT.

– El Público únicamente ha sido llevada a escena en 3 ocasiones en el ámbito profesional. ¿A qué se debe esta circunstancia? ‘El Público’ creo que no se ha llevado a escena en más ocasiones por la dificultad que entraña. Porque es imposible trabajarlo con un planteamiento de teatro naturalista como el que lamentablemente prima inmensamente en la mayoría de este país. Tampoco se puede plantear sin conocer profundamente a Lorca. De hecho creo que los tres directores que lo hemos llevado a cabo Lluís Pasqual, Àlex Rigola y yo, por unas razones o por otras, tenemos una gran influencia de Lorca, el más surrealista y el más onírico. Creo que nuestro propio lenguaje, especialmente el de Pasqual y el de Atalaya, tiene mucho que ver con esa idea inquietante de misterio y, como decía antes, de teatro bajo la arena.

–  Sario Téllez ha ejercido de directora para la reposición de dicho espectáculo. ¿Qué podemos esperar con respecto a la versión de Atalaya de 2001? Realmente se mantiene toda la escenografía, el vestuario, el diseño de luz, la música, y gran parte del movimiento escénico. Lógicamente los actores del laboratorio no tienen la experiencia en el teatro poético que tenían actores como Sario, como Jerónimo Arenal, Marga Reyes, Joaquín Galán… pero, sin embargo, están precisamente dirigidos por todos ellos. Los personajes que han recuperado han sido creados de la mano de los que en su día lo llevaron a escena. Creo que es un buen homenaje a Lorca y una oportunidad irrepetible de ver este montaje que muchas personas dijeron que eran de los más sublimes de Atalaya. Añadiría que para nosotros es un lujo tener en gira ‘Así que pasen cinco años» y ‘El público’, que son las dos grandes obras del llamado teatro imposible, ya que ‘Comedia sin título’ no se llegó a terminar. Es muy claro como ‘El Público’ determina la enorme diferencia que hay entre el antiguo montaje de ‘Así que pasen cinco años’ y el actual.

Sario Téllez comparte con nosotros el entusiasmo que le ha producido devolver ‘El Público’ a los escenarios y nos contagia las ganas de vivir esta experiencia en Teatro TNT.

– Formaste parte del elenco original que estrenó ‘El Público’ en 2001 en el Teatro Central y de su posterior y extensa gira. ¿Qué recuerdos tienes de aquella experiencia? Fue una experiencia muy bonita, con muchos recuerdos, con una gira que fue muy intensa, pero muy satisfactoria. La acogida del público nos iba sorprendiendo cada vez más — teniendo en cuenta que no es una obra que se haya representado mucho, ni la más fácil, ya que es la obra más surrealista de Lorca— pero tengo, la verdad, recuerdos muy gratos y muy positivos.

– Con ese bagaje, surge la oportunidad de retomar la obra para su reestreno. ¿Qué podrías destacar de este nuevo proceso? 17 años después, tengo la oportunidad de retomar el proceso Lo que destaco ahora de este encuentro es — como conozco mucho mejor a Lorca— la simbología, sus textos en sí… Me pilló muy jovencita cuando tuve que hacer el personaje de Julieta, y ahora tengo muchas más herramientas que ofrecerles a los actores, porque cada palabra de Lorca tiene una simbología, tiene un sentido, que en su tiempo, no fui capaz de dárselo en su totalidad. Ha sido un disfrute con los compañeros, con los chicos del Laboratorio, ya que nos surgían debates, y preguntas. Echamos también mano de uno de sus libros, donde explican toda esa simbología de los caballos. Ha sido una experiencia muy constructiva y muy interesante.

– Uno de los puntos claves ha sido el trabajo con el nuevo reparto. ¿Cómo fue la selección de los mismo? ¿Qué directrices fueron las fundamentales a la hora de encarar la tarea de dirigir a los actores y actrices? Fue un poco complicada, porque nosotros teníamos en mente a los compañeros que habían hecho en 2001 todos los personajes, por ejemplo, el caballo blanco lo hacía Manuel Asensio, y era chico, y ahora lo hace una chica, Imasuli. La ambigüedad, el tema del amor que está latente en toda la obra, la homosexualidad, no nos ha bloqueado para nada que planteásemos a ese personaje: el caballo blanco, más femenino…nada. Por ejemplo, el pastor bobo ha dado un giro que me he podido permitir, porque Ricardo decía, «venga vamos a darle una vuelta de rosca, vamos a ver que hay un poquito más en algunas escenas», y la verdad es que ha sido hacer una propuesta diferente con este personaje. Creo que con el material que se ha ido encontrando y que ya teníamos de la anterior obra, se ha hecho una mezcla bastante intensa, con mucho cariño y mucho trabajo. No es una obra fácil: con todo el equipo de apoyo, de los demás compañeros profesores, se ha ido haciendo un trabajo de partituras muy exhaustivo en todo el cuerpo, con el coro de las voces. Ha sido durillo, pero el resultado ha sido un gustazo y a día de hoy subirse al escenario, es una gozada.

– En este nuevo encuentro con el espectáculo, ¿Has hecho algún nuevo descubrimiento o se te haya revelado algún matiz que en su día pudiera pasar por alto? Si. Y supongo que cada vez que vaya leyendo voy a encontrar matices nuevos. Lorca es insondable, es un gustazo meterse en las palabras, en los textos, en los ambientes que recrea. Estamos ante una de las obras más inquietantes y modernas de Lorca. Precisamente por eso se ha llevado a escena en muy poquitas ocasiones. Para el público no es fácil. Lorca habla de su viaje a New York: allí se nutrió de todas las corrientes modernas, la atmósfera, la poética, que es interesantísima. En esta obra, que es una pesadilla luminosa, hay un desfile de muchísimos personajes con diferentes planos: el del amor de hombre y mujer y el desamor, hombre-hombre, el amor efímero, fortuito. Habla del plano artístico, que es el debate entre el verdadero teatro y el teatro eterno, en contra el trabajo acomodado, y falso. En un plano social, de la personalidad de las diferentes máscaras que nos ponemos nosotros mismos. Ha sido muy interesante trabajar con los alumnos, que fueron aportando su propia perspectiva. También incluye una parte existencial, donde el protagonista tiene ese final, esa lucha interna que todos tenemos. Es una obra muy impactante con una fuerza tremenda y muy sutil. Es una obra interesantísima.

– No sé si podemos asignarle, debido la dificultad de llevar este espectáculo de Lorca a escena, el calificativo de obra maldita. En cualquier caso, con qué talante recomiendas al espectador que se enfrente a ‘El Público? Obra maldita no la llamaría yo. Es un lujo poder hacerla, pero no es fácil y trabajar con gente joven — como me ocurrió a mí cuando era joven— que no abarcas todos los conceptos. A día de hoy aún voy dándome cuenta de cada cosa, de cada sutileza. Es una obra para trabajarla toda una vida, si cabe. ¡Maldita no, es un lujo trabajarla y llevarla a escena!

El espectador se va a encontrar, con una galería de personajes que le van a ir llevando a unos mundos muy, muy diferentes. De forma muy visual, le invadirán las voces de los coros que hacen estos chicos junto con el trabajo físico de coreografía que nos llevará a pasajes de pesadilla, de sueños. Es un disfrute para los sentidos. A veces el espectador no ubica muy bien de qué va, pero va descubriendo conforme avanza. Es muy bonito que esta obra después saque una conversación y debate, y que cada uno de su punto de vista. Creo que es magnífico para que el espectador se siente, disfrute, y se deje invadir por el lujo de la palabra de Lorca.