Tú y yo ocupamos un espacio en común, el espacio en el que hemos compartido un proyecto que iniciamos muchos años atrás. Construimos una burbuja cotidiana para habitar vida buena.
Juntos decidimos dónde colocar una silla, dónde colgar una foto, dónde amontonar la ropa dónde poner un colchón, dónde una lámpara. Juntos decidimos qué silla, qué foto, qué ropa, qué colchón y que lámpara.
Es esta burbuja construida mutuamente la que nos mantiene unidos y nos protege de los elementos externos. Pero también la que nos aísla, la que nos contiene, nos encierra en nosotros mismos cortando los vínculos con el mundo exterior, provocando el sentimiento de que ya no formamos parte del mundo, de algo compartido. Un tipo de soledad que surge de la sensación de desconexión con otras realidades.
AUTORES: Pérez&Disla | TEXTO: Juli Disla | INTÉRPRETES: Sergio Caballero y Mireia Pérez | DIRECCIÓN: Jaume Pérez | AYTE. DIRECCIÓN: Cristina Fernandez y Pilar Garrigues | ILUMINACIÓN: Ximo Rojo yPablo Giner | ESPACIO y DISEÑOS: Jaume Pérez | FOTOGRAFÍA: Jordi Pla
sobre Pérez&DislaValencia
Tras muchas colaboraciones juntos, los artistas Jaume Pérez y Juli Disla deciden unirse y crear Pérez&Disla, poniendo en marcha algunos de sus proyectos. Y parece que no les va nada mal.
Los valencianos Pérez&Disla llegaron a feSt, con una intención y objetivos muy claros: Logar la complicidad del público a través de la risa, haciendo uso de recursos y temáticas cercanas, contemporáneas. Muchas de las claves de ‘El Hombe Menguante’, obra con la que participaron en la edición de feSt 2015.2016, en Teatro la Fundición— nos la contaron en la entrevista #MuyDeEscenarios que entonces nos ofrecieron, y que hoy recuperamos de cara a su nueva apuesta para conquistar Sevilla: ‘Cariño’.
– Todos vuestros proyectos tienen un componente muy reflexivo y contemporáneo. ¿Vuestro concepto del teatro pasa inevitablemente por este compromiso? ¿Os sentís acompañados por la profesión y el público en este viaje?
Son proyectos íntimamente vinculados a nuestro presente, con sus luces y sus sombras. Estamos viviendo tiempos de cambio. Estamos mutando. Nuestro sistema de supervivencia ha dejado de ser efectivo. Tenemos que tomar nuevos caminos, caminos a veces estrechos, provisionales, difíciles o extraños. Así que dejemos atrás convenciones estáticas e ideas fijas sin temor a cuestionarnos. Es el viaje que proponemos al público. Los espectadores siempre participan de manera más o menos consciente, interpretando lo que observan, organizando y dando sentido a eso que están observando. Nosotros, aquí, evidenciamos y aprovechamos esos recursos. Abriendo espacios que han de llenar, pidiéndoles que nos ayuden, ya que solos y debido a nuestra precariedad, ni podemos, ni queremos. Pero no damos por hecho que el espectador se implique en lo que está viendo y tratamos de activar continuamente su interés. Interiormente es una vivencia apasionante. Se crea una sensación de integración de público y espectáculo muy intensa.
– Cuando nos acercamos a ‘El Hombre Menguante’ vuestra obra, no podemos evitar pensar en el enfoque humorístico. Estamos ante una comedia que trata un tema, como hemos apuntado, muy contemporáneo: el hombre alienado, la permanente incomodidad vital, nuestro encaje ante un mundo que nos dicta de forma agresiva cómo ser, o las actitudes que elegimos ante esa violencia soterrada. ¿Cómo conseguís que una temática grave y profunda se convierta en comedia?
El humor está siempre presente en nuestras propuestas. En este montaje abordamos el tema de la supervivencia en un entorno hostil donde nos sentimos cada vez más aislados, más excluidos, más vulnerables, más desencantados pero no queremos caer en el victimismo. El humor nos permite tomar distancia, relativizar lo que nos afecta sin necesariamente banalizarlo, encarar los problemas desde una perspectiva diferente y lúdica. Buscamos sacar algo en positivo para no sumirnos en la impotencia. Además, a nosotros no nos gusta pasarlo mal.
– Estamos ante un espectáculo que prescinde de escenografía, efectos de sonido o una iluminación sobrecargada ¿resultó difícil llenar el espacio escénico sin el apoyo de estos recursos o, por lo contrario, ha sido un elemento liberador para su elaboración?
Forzosamente tenemos que trabajar con lo que está a nuestro alcance. Nos hemos ido habituando a la precariedad y la escasez de medios. A crear mecanismos para resolver la falta de recursos, a convertir la necesidad en virtud. Pero en este espectáculo en vez de tratar de suplir la carencia hemos decidido encararla. Si hemos sido desposeídos, habitemos ese vacío, percibamos el imperativo o la necesidad inicial de llenarlo, el vértigo que nos provoca. Habitar de el vacío sin negarlo, experimentarlo, reconocerlo. Inicialmente es difícil pero una vez te lanzas, esa incertidumbre te lleva a tomar conciencia de otras posibilidades que se abren. A no mirar lo que se te pone delante sino a todo lo que puede suceder alrededor.
– La clásica película de Jack Arnold nos ha dejado a todos imágenes en el recuerdo por ese hombre que no para de menguar. ¿Es a partir de este film de donde surge la idea y el desarrollo de la vuestra obra, o es solo una metáfora que se ajusta al concepto de la misma?
La película opera de forma paralela a nuestra puesta en escena. En el teatro todo es posible, porque es un hecho convencional donde se juega a contar historias, representar personajes, crear emociones, lanzar reflexiones…, pero se puede prescindir de la historia, de los personajes, de situaciones…, porque todo es puro juego; se trata de proponer un juego que implícitamente acepte el espectador. La película nos sirve como hilo conductor y metáfora. Nos valemos de ella como ilustración narrada del suceso escénico que presentamos.
– En el largo recorrido por los escenarios de ‘El hombre menguante’ ¿Qué impresiones habéis recibido del público? ¿Qué sensación percibís que tiene al salir de la sala? ¿Se acerca a vuestra concepción de lo que debe transmitir la obra?
Cada función es diferente porque nuestros interlocutores, el público, también lo son. Nosotros tratamos de mantener viva esa relación. EL HOMBRE MENGUANTE tiene la peculiaridad de hacer que la mayoría de la gente se sienta identificada con muchos aspectos que plantea y, a la vez, que cada uno viva la experiencia de una manera diferente. Al acabar la función siempre hay espectadores y compañeros que se nos se nos acercan porque se sienten interpelados y vemos como sus propias vivencias condicionan la interpretación personal de lo que les transmite la obra. Cada encuentro con el espectador da sentido a nuestro trabajo.
Ante la nueva acogida que hace Escenarios de Sevilla a Pérez&Disla, hemos hablado con Jaume Pérez y Juli Disla, para hablar de ‘Cariño’, su apuesta para estos primeros días del mes de diciembre. ¡Disfruten sabiendo más de ellos!
¿Cómo nace Pérez&Disla?
Perez&Disla nace, en 2011, tras frecuentes colaboraciones, de la asociación de los artistas escénicos Jaume Pérez Roldán y Juli Disla. Después de darle muchas vueltas y trabajar cada uno por nuestra cuenta, decidimos unir fuerzas y poner en pie, también, proyectos propios. Tenemos la idea de seguir proponiendo cosas durante algún tiempo más y hasta el momento estamos satisfechos.
Llegáis desde Valencia, ¿Por qué clase de teatro apostáis? ¿Cuales son los objetivos de vuestra Compañía?
Somos una compañía de dos. Pérez piensa más en las puestas en escena y Disla domina la parte textual. Luego aunamos intereses en una propuesta común. El resultado son dramaturgias trabajadas mano a mano, negociamos mucho, no siempre es fácil pero por ahora nos está funcionando.
Nuestros montajes, más que puestas en escena al uso, son propuestas de situación al espectador. Son historias y son encuentros, historias de encuentros o encuentros que construyen historias. El texto está previamente escrito, el recorrido forma parte de un guión, pero los actores hacen propuestas concretas a los asistentes, plantean situaciones, han de abrir un espacio a lo que sucede durante propio encuentro, han de jugársela al acontecimiento concreto de cada función. Nuestras ficciones adquieren su verdadero sentido en la relación con el espectador y en la aceptación del momento presente como lugar posible donde construir y experimentar algo entre todos. Interiormente es una vivencia apasionante. Se crea una sensación de integración de público y espectáculo muy intensa.
¿Hay diferencias entre las compañías españolas, según su procedencia autonómica?
Venimos de Valencia, pero no estamos seguros de que exista una denominación de origen. Somos muchos y cada uno con sus propios referentes. Es complicado definir un nosotros. En uno de esos foros donde ocasionalmente coincidimos, alguien preguntó si había algún rasgo distintivo de la escena valenciana que pudiera funcionar a modo de “marca”. Renegamos de ese parámetro, pero sí que estábamos de acuerdo en que muchos de los que estamos en activo nacimos en la precariedad. Compañías, creadores y colectivos tuvimos que encontrar formas propias de habitar el trabajo, producir, colaborar y reivindicar en escena el valor de nuestra actividad.
Respecto a las diferencias entre compañías españolas… es frecuente encontrar afinidad con creadores de otra comunidad o país. Lo que nos une o diferencia, suponemos, tiene que ver más con unos intereses concretos que con el área geográfica que habitas. Es menos una cuestión de identidad territorial que comprender y reconocerte en otra singularidad, otra posibilidad.
Desde vuestra creación en 2011 habéis realizado cuatro trabajos. ¿Qué diferencias existen entre ellos?
Expuestos indaga en la confrontación de nuestras soledades con ese mundo peligroso donde la mirada del otro raramente es inocente. La gente el comportamiento e interpretación de fenómenos grupales y sociales El hombre menguante es una propuesta sobre la supervivencia. utilizando al actor como modelo de trabajador precario que se trata de extender al resto de ámbitos profesionales. Y Cariño…
Todos nuestros trabajos siguen una linea, cómo estar juntos, encontrar nuevos dispositivos de implicación del espectador y el humor siguen siendo las líneas que caracterizan nuestro trabajo.
Vuestro espectáculo cuenta «la intimidad» como «un espacio compartido». ¿Cómo explicáis esta idea? ¿Qué concepto queréis transmitir?
Se confunde privacidad, con intimidad, y se cree que mostrar tu privacidad es compartir tu intimidad. Publicar o publicitar tu privacidad no tiene nada de íntimo. La intimidad es siempre compartida, es aquello en que nos reconocemos en el otro. Mi intimidad es aquello que me sabe o me suena a mí cuando yo digo «yo». Es difícil de poner en palabras y sin embargo es comunicable. Nos permite entender el sentido de lo que decimos al margen del significado de las palabras, porque cada palabra dicha siempre quiere decir más de lo que dice y nunca puede decir todo lo que querría. La intimidad es esa resonancia. Compartimos un sentido implícito, co-implicito. Sólo quienes tienen intimidad pueden entenderse con una mirada o decirse cosas sin necesidad de hablar: cada uno sabe, o cree saber, lo que el otro quiere decir, le suena (o le resuena).
Cariño podría exponer una relación privada en público pero hemos preferido apelar a esa complicidad, a aquello que de hecho compartimos. Establecemos una analogía entre relación amorosa y teatro, donde más allá de las propias representaciones han de generarse las condiciones para que pueda producirse un acontecimiento.
«Cariño» lleva ya varios meses de representación, y tiene una gran agenda de actuaciones por delante. ¿Se va «modificando» o alimentándose la obra de nuevos detalles, según pasa el tiempo?
Como toda relación, va madurando. Nuestro objetivo es no dar la función por hecha, sino crear una nueva oportunidad para redescubrirla. Más que un relato, es una práctica. Es una propuesta esperanzada. Esperanza que poco, o nada, tiene que ver con el optimismo o pesimismo porque es una esperanza que se ubica en el presente, en el potencial de la situación, en el encuentro. En la confianza, en una incertidumbre que empodera y, tras estos meses, nos hemos reafirmado en la propuesta.
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