Sinopsis
Dos actores, calzados con unas deportivas y dispuestos a pasarse una hora literalmente corriendo (aunque sin moverse), reflexionan sobre por qué corren y sobre la vida. Ese es el original punto de partida de “La Maratón de New York”, la obra más famosa del dramaturgo italiano Edoardo Erba. Una comedia dramática que corre sola desde hace quince años y un desafío que vencen los dos protagonistas que corren durante todo lo que dura la pieza. Interpretar y correr. En “La Maratón de Nueva York”, los actores no sólo se enfrentan a un público y al escenario, sino también al esfuerzo físico, que es todo un hándicap para hablar, por lo que el espectáculo es digno de ver, sin duda todo un reto a nivel interpretativo. La obra ha sido traducida a 17 idiomas y publicada en siete países. Puesta en escena en 1993, después de haber ganado el premio Candoni, fue representada a continuación en Londres, en Edimburgo, en Wellington (Nueva Zelanda), en Sidney y en Bombay (con traducción de Colin Teevan), en Boston-USA (con traducción de Israel Horowitz), en Budapest y en Roma.
Ficha artística
Intérpretes: Chechu Moltó, Joaquín Molla
Dirección: Jorge Muñoz
Alicante
Criadero de Morsas es una compañía teatral cuya primera producción es «La Maratón de Nueva York», del dramaturgo italiano Edoardo Erba.
Rubén Esquitino habla en El País con Chechu Moltó y Joaquín Mollà sobre el estreno de Criadero de Moscas en Alicante.
Roberto y Mario, dos amigos con historia, quedan dos veces a la semana para preparar la maratón de Nueva York y lo que parece ser un día de entrenamiento normal acaba por no serlo entre conversaciones sobre la vida y la muerte, las mujeres, el fútbol o la amistad, en definitiva, las temas que invaden la vida de las personas, vidas que bien podrían ser una huida hacia adelante.
Este es el punto de partida de La Maratón de Nueva York, la obra más conocida del dramaturgo italiano Edoardo Erba, y que sirve también a la productora recién creada, Criadero de Morsas, para estrenarse, con riesgo, sobre las tablas de La Caja Negra de Las Cigarreras: dos actores en zapatillas y corriendo durante una hora (aunque sin moverse) reflexionan y conversan en una obra que sus actores definen “como una canto a la amistad”.
Roberto (Chechu Moltó) y Mario (Joaquín Mollà) desmenuzarán sus vidas en esta comedia dramática ante el espectador, entre lo coloquial y lo existencialista, pasando de la intranscendencia de una broma a la reflexión o diálogo sobre lo divino y lo humano, acelerando ante la pregunta incómoda del otro o cuando se produce un silencio de esos que entre los grandes amigos hablan más que callan.
La Maratón…, con un recorrido por 17 países, pretende introducir al espectador en un mundo en el que se hace difícil la distinción entre realidad y sueño. El reto actoral ha sido mayúsculo, correr mientras se actúa no deja de generar incomodidades a las que no están acostumbrados los actores.
“Tuvimos que pedir consejo sobre técnica de carrera, cómo pisas, cómo respiras”, explica divertido Mollà, “han aparecido dolores no sentidos nunca”. “Ya solo por las agujetas, esto o lo haces ahora o no lo haces en la vida”, apuntala Moltó. Ambos probaron a hacer la obra sentados «y entretiene», remata Mollà.
Los actores, ambos alicantinos y estimulados ante el estreno los próximos días 4 y 5 de junio, decidieron comprar los derechos de una obra que les perseguía. “Nos llamó Pino Tierno (director artístico del festival internacional In altre parole) con una propuesta para representar la obra en Roma, buscaba a dos actores españoles, pero no surgió”, recuerda Moltó. Tiempo después, les volvió a llegar la propuesta de parte de un amigo, “y eso significó que había que hacerla, no había vuelta atrás”. Consiguieron los derechos de la obra por dos años y a trabajar.
Era eso o verlas venir. Que el aumento del IVA cultural ha devastado la escena teatral es cierto, sobre todo para las grandes producciones, “pero también están surgiendo formas de reinventarse”, opina Mollà. “Es tiempo para valientes”, añade Moltó, “y no es que no sepamos hacer otra cosa, es que no queremos. Un día nos sentamos y lo vimos claro, la alternativa a la profesión era irse al Polo Norte a criar morsas”. Y tuvieron claro el rumbo a seguir y también el nombre de su bebé, la productora Criadero de Morsas.
Hablamos con la cía. alicantina sobre la llegada al Teatro Duque-La Imperdible de su adaptación del conocido texto del italiano Edoardo Erba.
– «La maratón de Nueva York» corre por el mundo desde hace 15 años, ha sido traducida a 17 idiomas y representada en multitud de ocasiones, ¿qué os motivó a querer aportar vuestra visión propia a esta obra de Edoardo Erba? Buscábamos una obra de dos actores para poder trabajar juntos y podríamos decir que la obra fue la que nos buscó a nosotros, puesto que nos la recomendaron dos personas de teatro que no tienen nada que ver entre ellas. Así que cuando por segunda vez nos topamos con el texto decidimos ponernos manos a la obra, sobre todo al gustarnos tanto el texto, sentirnos tan identificados por los personajes y descubrir que no se había representado en castellano.
– No parece muy complicado entrever que correr, en esta pieza, resulta como una metáfora de la vida en sí misma, ¿nos dais alguna pista, antes de que os veamos sudar encima del escenario? Efectivamente es una metáfora de la vida, y más concretamente una historia de amistad en la que dos amigos quedan para entrenar porque su meta es ir a correr la Maratón de Nueva York. Durante la carrera hablan de la vida, de las mujeres, de Dios, de su amistad…pero ese día no es un día normal, ese día ocurre algo diferente al resto de los días en los que quedan para correr… Y hasta ahí podemos leer. No nos arriesgamos a dar más pistas que puedan estropear la sorpresa que supone para el espectador este maravilloso texto de Edoardo Erba.
– Hablando de correr, hay una auténtica fiebre por el running hoy en día… ¿También os ha picado ese bichito o habéis tenido que entrenar específicamente para aguantar el tour de force físico que os supone este espectáculo? Sí que solemos salir a correr habitualmente e incluso practicamos juntos otros deportes. Pero como en la obra no paramos de correr durante todo lo que dura la misma, hubo que someterse a unos duros ensayos y entrenamientos, puesto que el ejercicio que realmente hacemos sobre el escenario es diferente a correr, es más bien parecido a saltar, ya que hacemos como que corremos sin movernos del sitio. Entran en juego otros músculos y dolores diferentes a los normales del running.
– Estrenásteis el año pasado en vuestra tierra, Alicante, ¿cómo fue aquel momento y qué recepción esperáis ahora por parte del público sevillano? Fue un momento muy emotivo porque pudimos compartir nuestra obra, nuestro bebé, con los nuestros. Generalmente nuestros padres y algunos amigos se desplazan a Madrid, o a otros lugares, para vernos actuar, pero había aún parte de nuestra gente que no había podido vernos en directo sobre un escenario, por lo que fue muy emocionante. Además la ciudad nos recibió con los brazos abiertos y toda la prensa alicantina se volcó en nuestro estreno. De hecho tras los dos días de estreno aún hemos tenido que regresar en tres ocasiones más a Alicante y siempre nos han obsequiado con el mismo recibimiento y cariño. Esperamos que la obra guste tanto aquí en Sevilla, pues es una ciudad que nos encanta y es un verdadero honor poder actuar aquí.
– Criadero de Morsas parece que nació de una manera más casual que premeditada, ¿no? Habladnos un poco sobre el origen de la compañía. El nombre de la compañía se fraguó entre vinos en una conversación informal sobre lo dura que es la profesión de actor. En la conversación, hicimos el comentario jocoso de que quizá sería más fácil la cría de la morsa y que si seguía tan mal la profesión nos dedicaríamos a ello. Lo que empezó siendo un comentario irónico se tornó en realidad cuando decidimos crear nuestra propia compañía para poder contar las historias que nos interesan y nos gustan, teníamos claro que sería nuestro “Criadero de Morsas”.
Alejandro Reche Selas publica una entrevista en XYZ con Criadero de Morsas por la llegada de su espectáculo a Sevilla.
En 1993 el escritor italiano Edoardo Erba estrenó una obra de estructura peculiar que ha sido un éxito en todo el mundo, La Maratón de Nueva York. En junio del pasado año dos actores alicantinos: Chechu Moltó y Joaquín Mollá pusieron en pie con su productora Criadero de Morsas la obra y no han parado de cosechar éxitos desde su estreno en junio del pasado año en su tierra natal, consiguiendo reconocimientos como el Premio del Jurado al Mejor Espectáculo en el X Festival de Teatro Independiente (Indifest) de Santander y gran éxito por toda España representándose en Madrid en La Casa de la Portera y en La Pensión de las Pulgas. Ahora llega a Sevilla concretamente al Teatro Duque La Imperdible para representarse del 2 al 4 de octubre. XYZ habló con Joaquín Mollá para que nos contase detalles de esta interesante obra.
– ¿Cómo llega a su compañero en escena y a usted La Maratón de Nueva York? Pues es una historia curiosa, porque la obra nos “persiguió” durante un año y medio y, por diferentes motivos, nunca podíamos hacerla y en un momento de parón laboral nos pusimos a buscar obras de teatro para hacerlas los dos y al poco tiempo encontramos La maratón de Nueva York y al leerla nos percatamos de que era la obra que nos habían propuesto tiempo atrás. Teníamos ganas de trabajar juntos y a ambos nos gusta el deporte y nos dimos cuenta de que era un texto maravilloso, nos encantó desde el minuto uno.
– Esta obra, del autor italiano Edoardo Erba, fue un gran éxito desde que se estrenó… Sí, se ha representado en todo el mundo: Estados Unidos, toda Europa, Australia, Latinoamérica y al ver que nadie la había representado aun en España, nos decidimos a adquirir rápidamente los derechos, hablamos con el propio autor y se mostró encantado de que fuésemos los primeros en ponerla en pie en España.
– Centrándonos en la obra, lo primero que llama la atención es la premisa: Dos amigos que se entrenan para correr la maratón de Nueva York y hablan de diversos temas. Sí los temas de los que hablan pueden considerarse banales en un primer momento: De lo que les ha pasado durante la semana, de fútbol, de chicas y de otros temas más profundos como de Dios o de los planes futuros que tienen. Pero son conversaciones que dos amigos podrían tener perfectamente en un bar, la diferencia es que aquí lo hacen mientras entrenan.
– Durante esas conversaciones ¿hay algún momento en el que se haga alguna revelación sorpresa, que no se hayan dicho hasta ese momento? Precisamente ese día concreto hay algo raro y ocurre algo diferente que hace distintas las conversaciones que han tenido hasta ese momento.
– A la hora de trabajar el texto para ponerlo en escena supongo que el hecho de que ustedes se conozcan durante mucho tiempo hará el trabajo más fácil… Claro, es que lo primero que se plantea en el proceso de ensayos es que los personajes eran amigos de toda la vida y como ya lo éramos fuera del escenario esa parte del proceso no se tuvo que trabajar, porque ese vínculo ya existía entre nosotros.
– Ya que estoy hablando con usted, ¿qué destacaría como actor de Chechu Moltó, su compañero en escena? Sobre todo su generosidad. Es muy divertido ensayar con él porque, de repente te suelta cualquier cosa, improvisa, y tienes que engancharte.
– Por todo lo que está contando, la premisa de la obra era familiar para ustedes… Claro, es que somos amigos, practicamos juntos deporte y hablamos cuando nos reunimos, no podemos estar callados por lo que sentimos que teníamos que hacer lo mismo que en la vida real sólo que, en esta ocasión, teníamos que seguir un guión.
– Esa complicidad para los actores debe resultar maravillosa para trabajar ¿no? Por supuesto, y como no hay dos funciones iguales, notamos si las frases las decimos de manera diferente al día anterior, pero, como nos conocemos, sabemos por dónde va el otro. Eso nos lo ha dicho el público. Se percibe desde fuera que somos amigos.
– Con respecto a la puesta en escena, los dos personajes corren sin moverse del sitio ¿Tuvieron que hacer un trabajo físico previo? Hubo un entrenamiento específico porque, aunque hacemos deporte y tenemos buena forma física, en la función hacemos un movimiento muy específico por lo que el sudor que se nos ve y los jadeos son reales. La primera semana de ensayos parecíamos dos señores mayores, teníamos los gemelos como pelotas de baloncesto, llenos de agujetas, porque es un movimiento que nunca haces en tu vida diaria ya que, cuando corres, te desplazas y ejercitas unos determinados músculos. Pasado el tiempo, el cuerpo se acostumbró. Lo que más temíamos era que, al estar hablando mientras corremos, nos deben escuchar hasta en la última fila de espectadores y teníamos que medir los esfuerzos, hacer las pausas en el momento adecuado, para que todo se entendiese bien. Nunca hemos tenido quejas de espectadores de que no pudiesen seguir la obra.
– ¿Cómo ha sido la adaptación del texto? Al ser un autor italiano y el telón de fondo la maratón en Nueva York ¿se han eliminado elementos localistas, se han añadido otros… ? En el texto hay tres o cuatro momentos destacados por el autor pero que han sido fáciles de trasladar al público español, son muy reconocibles. Cuando habla de fútbol, el autor menciona la Juventus o el Inter de Milán, y nosotros hablamos de lo nuestro. La obra fluye muy bien.
– Además los temas de los que hablan a lo largo de la función son también muy reconocibles por el público y se siente muy identificado… Sí, ese es uno de los éxitos de la obra, que habla de la amistad con mayúsculas y subrayado. Los dos personajes son muy reconocibles. Sí es cierto que, por ejemplo, el personaje que interpreta Chechu Moltó es más lanzado, menos reflexivo y mi personaje, en principio es más retraído y se piensa más las cosas. Esto no quiere decir que sean personajes planos. El personaje que interpreta Chechu tiene sus momentos de dudas, pero saca fuerzas para seguir adelante. El público se identifica mucho con ambos personajes. Los personajes son muy humano, porque nadie es todo el rato ni un cobarde ni un echado para delante. El autor se ha servido de una maratón para hablar de la carrera que supone la propia vida, en la que se pasas por muchas fases: algunas veces decides seguir adelante, otras no, hay veces en que ayudas al que se ha caído o te ayudan a ti, nos reímos o nos fastidiamos. Es una obra muy humana. Otra de las cosas que nos ha dicho el público es que a los diez minutos se olvidan de que estamos corriendo porque están muy metidos en la conversación e incluso empatizan mucho.
Alejandro Reche Selas publica una crítica de la obra de Criadero de Morsas en XYZ.
Dos hombres corriendo. Esto es lo que ve el espectador que asiste a una representación de La Maratón de Nueva York. Pero, dentro de esta situación sencilla y cotidiana, se esconde, haciendo un símil repostero, un bombón con un rico relleno. Un relleno en forma de interpretaciones de lo que se plantea en escena. Esta carrera que realizan los amigos interpretados magníficamente por Chechu Moltó y Joaquín Mollà puede verse de muchas maneras pero la obra escrita por el autor italiano Edoardo Erba es tan sutil y mágica que cualquier explicación por parte de un humilde servidor se convertiría en un spoiler total. Por ello La Maratón de Nueva York, en la Sala La Imperdible hasta mañana, es una obra que ha de verse para que cada espectador saque su propia conclusión/explicación/interpretación, que es el modo en el que, en el mundo del arte se completa una obra, con la mirada del que la contempla.
Esta puesta en escena de La Maratón de Nueva York destaca por el gran trabajo interpretativo y físico de los actores, ya que no es nada fácil correr sin moverse de un mismo sitio. Sin destripar nada, se puede afirmar que viendo esta obra uno puede sacar conclusiones aplicables a la vida misma. El personaje de Chechu Moltó sufre en un momento determinado un dolor mientras está corriendo, pero él se empeña en seguir, con lo cual se puede sacar la idea de que, en la vida, una situación que nos haga sufrir, no nos debe hacer frenar, hay que seguir adelante y saltar los escollos que nos van poniendo por el camino.
La obra presenta a dos personajes muy diferentes pero se pueden considerar las dos caras de la misma moneda: El personaje que interpreta Joaquín Mollà parece todo lo opuesto al de Moltó, tanto en el plano físico como en el vital por lo que van contando a medida que corren, donde el fútbol, las mujeres o preguntas existenciales se van sucediendo, pero hay un momento en el que los papeles se intercambian y, a partir de un momento determinado, el espectador se encuentra con una situación inesperada que es la que cada espectador debe de interpretar según su propio criterio, porque como diría Mayra Gómez Kemp: “Hasta aquí puedo leer”. Sólo añado el mérito de Moltó y Mollá, porque, para ser su primera experiencia como productores, con Criadero de Morsas, esta carrera sólo les puede llevar a la meta del éxito, prueba de ello es la gran acogida de la obra desde que se estrenó en junio del año pasado.
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