Varios reclusos en un corredor de la muerte. Mientras el reloj corre inexorable, esperan el anunciado desenlace y divagan cómicamente sobre asuntos serios, aparentemente trascendentales y sobre diversas cuestiones de la sociedad, de la vida, a la par que nos dan a conocer cómo llegaron hasta ésta dramática situación.
Lucía, Paulino y “El Jefe” están presos dentro de una rutina carcelaria aparentemente beneficiosa para ellos pero que como todas las rutinas lo que busca es que no piensen demasiado.
Asistimos a una metáfora del encarcelamiento del individuo por parte de un sistema que aniquila y castiga lo bueno y premia a los “malos”. Que sentencia al individuo a vivir con el agua al cuello, a buscarse la vida al límite de la ley para subsistir, a contentarse con las sobras, en definitiva, a una vida de ratas.
Un espectáculo de TEATRO EXIGUO (Sevilla)
TEXTO ORIGINAL y DIRECCIÓN: Nacho Gómez | INTERPRETACIÓN: Almudena Ruiz, Mané Solano y Nacho Gómez | PARTITURA MUSICAL: Mané Solano | ESCENOGRAFÍA: Ángela Guerrero Quintana | ILUMINACIÓN: Carmen Mori | VESTUARIO: La Hebra Grande | VÍDEO: Ana Sosa | FOTOGRAFÍA: María Araujo
sobre Teatro ExiguoSevilla
En un principio, pensamos en hacer obras de una gran densidad dramática, profundas y complejas como algoritmos neperianos. Pero nos daba la risa. Buscamos entonces grandes textos que versionar o clásicos que adaptar, pero nada, no acabábamos de vernos de romanos o de elfas con las palabras de otro (alguien incluso puntualizó que los elfos no hablaban así pues él conocía dos). Así que decidimos en una reunión de urgencia -que duró sus buenos y largos seis minutos- escribir nuestras propias piezas. Sólo nos hacía falta papel y lápiz. El cerebro al parecer no era necesario, lo cual fue una suerte porque ninguno nos lo habíamos traído y las luces del escenario ya estaban encendidas. Con el papel hicimos aviones y con el lápiz acabamos en urgencias porque alguien lo metió en un enchufe para sacarle punta. Menuda sorpresa nos llevamos en el ambulatorio. Allí había más enchufes. En la Compañía Exigua no hay nadie con cerebro, por eso nos lo pasamos tan bien haciendo teatro, prestándole ESPECIAL CUIDADO A NUESTROS TEXTOS Y DIÁLOGOS para que no se peguen entre ellos. LA IMPORTANCIA DE LA PALABRA Y EL RESPETO AL PÚBLICO QUE NOS VE, NOS OYE, O HACE AMBAS COSAS, ES NUESTRA PRINCIPAL PREMISA. Y haremos lo inimaginable PARA QUE TE VAYAS CON UNA SONRISA DE OREJA A OREJA y no nos olvides. Nosotros prometemos no hacerlo. Tenemos memoria fotográfica.
Charlar con Nacho Gómez, director y actor de Teatro Exiguo, siempre es divertido. Por sus respuestas a esta entrevista tiene pinta de que el estreno de ‘Las Ratas’ también lo será.
– Si no calculamos mal, volvéis a estrenar espectáculo poco menos de una año después de la ‘Rendición de Brenda’ ¿Os habéis dado mucha prisa o se han estado gestando de forma más o menos simultánea? Bueno como decía Einstein el tiempo es relativo. A mí en ése período me ha dado tiempo de tener un hijo, vaciar una piscina, limpiarla y volverla a llenar. Igual se me ha hecho más largo por eso. Las piscinas son agotadoras. Por suerte mi mujer tuvo otro hijo y se parece mucho al mío.
– Lo que si observamos es que, en gran medida, repetís equipo y que cuando os hemos visto juntos en algún ensayo hay un ambiente juguetón y de risas ¿Después de tres obras podemos decir que sois una máquina teatral bien engrasada? ¿Cómo es el ambiente de trabajo en Teatro Exiguo? Sí, el equipo de «Las ratas» es exactamente el mismo de «La Rendición de Brenda» pero cualquiera de los que participó en «Asesinato bajo una farola» podría haber estado en el nuevo montaje. «La Rendición de Brenda» nos está dando muchas alegrías, no solo por las 3 Nominaciones que recibimos a los Premios Lorca del Teatro Andaluz, si no también por las críticas maravillosas que nos han permitido colarnos en varios Circuitos y llamar la atención de mucha gente. Lo que hemos querido hacer con «Las ratas» es alargar la fiesta. Somos muy de guateque.
Está claro que todo el mundo que se embarca en el Teatro Exiguo debe amar la comedia y saber reírse de uno mismo. Es nuestro género. Lo primero que le digo al elenco cuando empezamos un montaje es que no quiero ver a nadie pensando, ni preguntas inescrutables del tipo «de donde vengo como personaje, Señor Director», etc…me crean desconfianza porque no han venido a jugar sino a sufrir y en nuestra compañía eso no tiene cabida. Y encima me llaman Señor. Imperdonable. El teatro es jugar, entender qué se está diciendo y saber escuchar, no hay más….
Por otro lado, todo el equipo nos conocemos de hace años, tenemos una comicidad parecida y hemos trabajado multitud de veces juntos. Rápidamente sabemos qué buscamos y lo ponemos en práctica. Somos los primeros en reírnos de lo que decimos y hacemos. Luego con tratar que el público no note que nos estamos riendo por dentro es suficiente. Es el único trabajo interior que hacemos.
– Con respecto a la puesta de largo de ‘Las Ratas’ leemos que es «una comedia en 15 actos y una silla eléctrica» y, aunque sin saliros de este género, nos estamos dando cuenta de que la muerte está siendo una constante en vuestros espectáculos. Como autor suponemos que eres totalmente consciente de ello… Es casualidad, pero la verdad es que sí. Incluso en «Asesinato bajo una farola» todo acontecía alrededor de la muerte de una persona. Sinceramente no la concibo cómo algo desagradable sino como algo real que está ahí y es inevitable. El dolor es inaceptable la muerte, no. Así que porqué tratar de esconderla. Es una puerta que no sabemos a dónde lleva y si al final resulta que es mucho mejor que ésto pues nos va a dar hasta coraje…Tal vez coloque a los personajes siempre en ésa situación límite para que reaccionen más absurdamente, sin pensar, en ése punto en el que es imposible esconder todo lo que tengan qué decir o hacer, no lo sé….ya estoy pensando demasiado…
– También por la sinopsis nos da la impresión, especialmente con respecto a la situación de encarcelamiento de sus protagonistas, que con ‘Las Ratas’ estás poniendo un espejo frente al espectador y su lugar en la sociedad actual ¿Cómo articulas esta premisa para conducir la historia hacia la risa? La risa es la mejor vía para hacer crítica. La comedia nos permite reírnos de cosas que en principio, no deberían tener ninguna gracia. Sin embargo nos ayuda a sensibilizarnos más y a dejar un poso más profundo en el espectador. Y a que reflexione. Aunque hacemos comedia siempre tenemos momentos donde hacemos que el público se emocione. La vida es comedia y drama y jugamos en ése alambre.
«Las ratas» empezó siendo una crítica a las eléctricas y a su absoluta impunidad defendida y fomentada por los gobiernos y se hacen varias referencias a éste tema, sin embargo nos permitió al mismo tiempo recrear varias situaciones de indefensión social que hemos «aceptado» como normales y que son inaceptables. Estamos tan amaestrados que somos incapaces de reaccionar. Somos como hámsters dando vueltas en una noria, aparentemente felices en nuestro sinsentido. En «Las ratas» recreamos ésa jaula.
– Nos gustaría que nos daras alguna pista más sobre los tres personajes que veremos sobre el escenario y cómo interactúan entre ellos. En total hay cuatro personajes encarcelados aunque uno de ellos no habla, canta. Cada uno está encerrado por un motivo diferente que desvelarán a lo largo de la obra. Se quieren y se enfadan entre ellos para volver a quererse poco después. Interpretan diferentes roles según lo que estemos contando. Y hacemos muchos guiños sobre todo a una película «Alguien voló sobre el nido del cuco» por lo que recomendamos que si inexplicablemente aún hay gente que no la haya visto, lo haga. Los que la tengan fresca en la memoria disfrutaran la obra doblemente.
– Y para terminar, te ponemos a prueba. Si eligiéramos un transeunte y tuvieras sólo un minuto para convencerlo de ir a ver ‘Las Ratas’, ¿qué le dirías? Le diría que por las noches me convierto en una rata gigante y que devoro transeúntes. Y si eso no funciona, pues le diría que hay una transeúnta muy guapa que ya reservó su entrada y que me ha preguntado por él.
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