Gina Escánez y Nacho Bravo han alumbrado este año ‘Colectivo de Niños Llorones’ una nueva compañía que suma la experiencia de dos actores curtidos sobre las tablas de nuestros escenarios. A este feliz nacimiento sumamos el estreno en Teatro la Fundición de ‘Súbeme a la habitación volando’, una comedia sobre el amor en la era digital que viene dispuesta a conquistar al público. Hablamos con ellos a pocos días de uno de los debuts más esperados de la temporada.

– Para empezar, necesitamos saber por qué dos veteranos actores de la escena de nuestra ciudad se deciden por crear una compañía. Por supuesto, también el origen del nombre, que nos tiene muy intrigados. Gina: – Nacho y yo decidimos montar juntos una compañía porque somos amigos, compañeros de trabajo desde hace mucho tiempo… más que amigos somos familia. Nos divertimos mucho juntos, tenemos un imaginario parecido y no se nos ocurría nadie mejor. Hemos esperado además mucho tiempo y ha llegado el momento. Era algo que sabíamos que tenía que ocurrir y ha sido ahora de una manera orgánica y muy natural.

El nombre ‘Colectivo Niños Llorones’ viene, como ya he dicho, al ser Nacho de mi familia, en un momento duro de mi vida, después de tener a mi hija pequeña: yo necesitaba seguir creando, seguir trabajando en lo mío. Es verdad que seguía haciendo bolos y me llevaba a la niña. Necesitaba expresar cosas y un compañero para trabajar. Él venía, trabajábamos y escribíamos juntos. Valeria, mi hija pequeña, lloraba todo el tiempo. En esos juegos, de repente apareció ese nombre. Tiene que ver con lo que somos nosotros, gente peleona: quien no llora no mama. Era un compendio de las dos cosas.

– La palabra colectivo también llama poderosamente la atención. ¿Habéis optado por un método de trabajo colaborativo a la hora abordar ‘Súbeme a la habitación volando’? Gina: – La palabra colectivo es sobre todo porque nos parece muy integradora. Compañía, claro está, es lo que se suele utilizar más, pero con colectivo teníamos como máxima que cada persona que viniese a participar en nuestros proyectos pusiese su sello personal. Que fuesen, eso, creaciones colectivas. Por eso principalmente, por lo integrador de la palabra.

– Habéis elegido la siempre misteriosa y eterna temática del amor romántico, en la que parece que nadie consigue dar con la fórmula definitiva para lograrlo. ¿Cuál es vuestro acercamiento a un tópico retratado tantas veces en películas, obras de teatro y canciones? Queríamos que fuese una comedia. Nos apetecía hablar desde la diversión y hace pasar un buen rato a la gente. Ese era el primer punto de partida. Luego, Nacho y yo tenemos una idea muy parecida de la necesidad de amar y de sentirse amado para que todo sea mucho más llevadero, cualquier tipo de problema. Hablando mucho del tema, pensábamos en la diferencia: estas conversaciones en la que añoras cuando la gente se miraba por la calle, se relacionaba de una manera diferente y la que hay ahora con las redes sociales, el teléfono. Partimos de dos puntos distintos, conociendo los dos (uno más que otro cada parte) y a los dos personajes que se iban a encontrar. Uno que estaba habituado a una manera del ligue un poco más actual y la otra persona, que había tenido una relación más convencional durante mucho tiempo y que tenía que enfrentarse de nuevo a encontrar el amor. Principalmente a la necesidad de contacto físico, lo otro llegaría luego. El tema podrían ser las redes sociales pero no, para nosotros es más una historia de amor contemporánea: como vivirla y lanzarte a la piscina para buscar algo que prácticamente todo el mundo necesita que es querer y que lo quieran de una manera primaria, el contacto físico, la necesidad de que te toquen, de tocar.

– La idea y el texto parte de vosotros mismos, aunque habéis contado con Juanfra Juárez en la dirección. ¿Por qué esta elección y qué ha aportado a la historia que queréis contar? Hemos elegido a Juanfra para dirigir nuestro primer proyecto porque sabíamos que tenía muchas ganas de dirigir. Como buen profesional, le daba mucho respeto, pero le apetecía mucho. Además, tanto a Nacho como a mí nos encanta su imaginario, nos reímos de las mismas cosas que él se ríe. Sus ideas nos parecen muy locas y sobre todo muy divertidas. Tiene un imaginario muy particular y a nosotros nos gustaba que estuviera presente en nuestro proyecto.  Tiene una visión diferente de las cosas para que no se convirtiera en algo demasiado realista o convencional. También confiábamos en el plenamente, porque alguien que aborda su trabajo como actor tan bien y que sabe tanto de su profesión, estábamos seguros que le hacía falta tirarse a la piscina y nosotros queríamos darle ese empujoncito.

– Contadnos un poco en el proceso de los ensayos, cómo ha sido el proceso de creación de los personajes de interpretáis. Nacho: – El proceso de creación de personajes ha sido agotador pero muy enriquecedor porque Gina y yo ya los teníamos concebidos, ya teníamos escrito el texto de una manera. Llegó Juanfra y dijo «no, no… esto está guay pero vamos a darle vueltas de tuerca».  Nos ha mareado, hemos hecho muchas cosas hasta que ha conseguido lo que quería y ha sido un proceso muy potente con el que han quedado unos personajes chulísimos

– Echando un vistazo a las fotos previas del espectáculo, observamos un vestuario muy cuidado y llamativo ¿qué destacaríais del mismo, además de la escenografía y la iluminación?  Gina: – Por cómo hemos trabajado, nuestro texto iba a enriquecerse con lo que necesitase de verdad. Entonces  las escenografía es producto de la investigación: teníamos lo elementos escenográficos que creíamos todos que necesitaba nuestro espectáculo, ni más ni menos. El vestuario era una cosa que teníamos claro que era muy importante, por eso hemos contado con un profesional que lleva muchísimos años en Madrid, Fran de Gonari. Habíamos visto algunas creaciones suyas y nos habían encantado.   Como era algo muy importante hemos apostado al máximo, el espectáculo tiene mucho vestuario. La escenografía es esencial: hay muchas cosas que tiene que contar la luz. María Viñuela se ha entregado absolutamente a hacer un diseño a favor de la historia. Básicamente creemos que tanto la escenografía, como la iluminación y el vestuario son los que necesita nuestro espectáculo para contar lo que queremos contar.

– Para terminar, contadnos, en resumidas cuentas ¿por qué no deberíamos perdernos el estreno de ‘Súbeme a la habitación volando’? Gina: -La gente tiene que venir a ver ‘Súbeme a la habitación volando’ porque primero porque todos los profesionales que hemos trabajado en ella hemos abierto el corazón para contar una historia. Creemos se van a divertir mucho y se van a sentir muy identificados. De alguna manera, buscamos esa comunión con el público: eso que hace sonrojarte en la butaca y decir «yo he reaccionado alguna vez así», «¡yo esto lo he vivido!», «yo me he comportado de esta manera». En la forma de hacer comedia hemos ido a lo esencial, a decir lo que sentimos, a ocultar lo que haya que ocultar. Creo que todo el mundo, si no es con uno, con otro personaje, se va sentir identificado y se lo va a pasar muy bien.