Juan Antonio Díaz Recasens habla en Diario de Córdoba sobre el estreno de Ignasi Vidal y Fundición Producciones en la imprescindible cita escénica de Palma del Río.

‘UN RECUERDO DE AVIGNON’ La segunda obra que firma Ignasi Vidal es Un recuerdo de Avignon , que presenta en estreno Síntesis/La Fundición, dirigida por Javier Ossorio e interpretada por Asunción Sanz, Celia Vioque y Moncho Sánchez-Diezma. Este montaje se puede calificar como de un desarrollo cuando menos extraño y, si se me permite, arriesgado. Asistimos a la representación de una obra histórica, pero pronto sabremos que ello es teatro dentro del teatro: simplemente estamos ante el ensayo de una obra por parte de dos actrices: madre e hija. Dos vértices de un triángulo, y el tercero en discordia lo ocupa el director de la compañía. Estuvo enamorado de la madre y esta le abandonó, ahora la hija se ha enamorado de él y este le corresponde, pero en el ínterin «recuerda» los momentos pasados hace 30 años.

En dos espacios diferentes, el de la vida y el teatral, se funden realidad y ficción, pues toda la trama que se representa en la obra de teatro que están ensayando se va a reproducir punto por punto en los personajes de carne y hueso que se aman, se odian, se soportan, se envidian. La interpretación está muy cuidada y solo se pueden poner matices a que desde el momento en que el espectador capta el truco del mensaje que se repite, va por delante de los acontecimientos, diluyéndose la sorpresa del final.

El Director de Síntesis Producciones nos ofrece detalles sobre esta obra de Ignasi Vidal que veremos en La Fundición.

– En «Un recuerdo de Avignon» nos adentramos en una obra que plantea teatro dentro del teatro… ¿Provoca esto más posibilidades de sorprender al espectador que a través de un texto más, digamos, ‘convencional’? Quizás sí. El juego de espejos, la mezcla de realidad/ficción te permite jugar de una forma más fluida con el engaño, con la trama. El espectador, entre otras cosas, va al teatro a que le cuenten una mentira y está deseando participar en ese juego que tú le planteas, y esta doble trama es una pista que le provoca intriga e interés.

– Se trata del segundo trabajo de Ignasi Vidal, ¿qué os llamó la atención del mismo y os convenció para convertirlo en realidad? Fueron muchas conversaciones, mucho camino de ida y vuelta, de prueba y error. Yo conocía otros textos de Ignasi y a partir de un primer contacto fue tomando forma la trama hasta llegar al resultado que hoy os presentamos.

– Estrenasteis en la Feria del Teatro en el Sur de Palma, ¿cómo fue, estáis contentos con la recepción? ¿Qué esperáis ahora para el despegue de la misma, ya en el Teatro La Fundición de Sevilla? Todos los que hemos estrenado en Palma, y este es mi quinto estreno, sabemos lo que puede suponer a favor o en contra. Afortunadamente el programador habitual reconoce cuándo un producto es interesante para su municipio, independientemente de gustos o tendencias personales. En nuestro caso estábamos tranquilos, el trabajo estaba terminado y es un producto honesto. Al público le gustó y la respuesta fue muy cálida. Ahora en Sevilla, tras la buena acogida de Barcelona, creemos que le gustará al respetable.

– Esta obra llega de la mano de Fundición Producciones y Síntesis Producciones, ¿cómo ha sido el quórum para llevarla a buen puerto entre ambos? La verdad es que para mí el proceso ha sido muy cómodo. Ha sido la primera vez que un director ajeno entra en la Fundición y la relación ha sido muy fluida. Planificación, buenos profesionales y transmitir la energía que te traes de casa. A partir de ahí, dejar que el puzzle encaje sin forzar las piezas.

– Se dice que en Síntesis «el trabajo del texto y el actor juegan como ejes fundamentales de la creación escénica», ¿por qué os parecen especialmente reseñables estos dos factores? Para mí es fundamental y van los dos ligados. No es solo el ‘qué contar’, sino el ‘cómo contarlo’ y, sobre todo, ‘con quién’. Ese ‘quién, es decir el actor, es lo único imprescindible del hecho teatral; lo demás… Ya llegará.

– Personalmente, llevas a cuestas ya más de una treintena de espectáculos… ¿Qué recompensas (y disgustos, claro) conlleva el día a día en el teatro? No soy de grandes egos y como dice el personaje másculino de «Un recuerdo de Avignon», lo que más odio de esta profesión es el postureo. Pero pese a todo, tras treinta años en esto no hay mejor sensación que cuando en la nave de ensayos, con ropa de trabajo y sin ningún glamour, un actor consigue la magia y te emociona. Nada más que por eso a mí me merece la pena seguir. Después vendrán los ensayos y el estreno, justo momento para apartarse con discreción y dejar a los actores.

Javier Paisano destaca el trabajo actoral en su texto sobre «Un recuerdo de Avignon».

Javier Ossorio, profundamente emocionado, dedicó el estreno de anoche al gran amigo desaparecido Carlos Álvarez-Novoa. Ignasi Vidal demuestra una impresionante facilidad para la escritura. Se maneja como pez en el agua en situaciones melodramáticas y tópicas de las que consigue zafarse con airoso triunfo.

El texto de este recuerdo de Avignon, dirigido con la artesanía de Javier Ossorio, roza todos los tópicos de la tragedia shakespeariana a la que Vidal introduce el metateatro. Verse desde dentro. A uno le gusta esta historia con tabúes, con envidias entre madre e hija y con personas débiles que se dejan arrastrar. Pero la función no volaría tan alto si no fuera por el imponente trabajo de sus tres intérpretes, Asunción Sanz, Celia Vioque y Moncho Sánchez-Diezma. Fenomenales.

Así define Alejandro Reche Selas en el periódico crítico sevillano XYZ a «Un recuerdo de Avignon».

Siempre es una alegría encontrar obras de teatro nuevas, refrescantes y dinámicas. Si además tienen una pizca de análisis de un mundo en concreto, en este caso el de la actuación y sus integrantes, mezclado con conflictos sentimentales, la combinación se enriquece. Todo esto y más ofrece Un recuerdo de Avignon, obra escrita por el prolífico Ignasi Vidal. Centrada en el mundo del teatro el espectador presencia dos acciones paralelas: una obra de teatro que se está ensayando y las vida de las personas participantes en dicho montaje.

Este planteamiento metateatral le sirve a Vidal para hablar de diversos temas que nos son familiares sin cargar mucho las tintas. El montaje dirigido con brío por Javier Ossorio tiene su baza en las espléndidas interpretaciones de los actores que logran lo que es deseable siempre, en la acción en la vida real parece que no están actuando y eso es una gozada para el espectador.

Celia Vioque muestra una naturalidad y un desparpajo en la “vida real” que se contrapone a su actitud en los primeros instantes de la “obra teatral”, lo que nos sirve para contemplar su evolución y cómo su personaje se va desenvolviendo con mayor soltura en el escenario a medida que avanzan los ensayos de la misma, una situación que los múltiples recursos de Vioque hace que podamos disfrutar de un trabajo muy completo.

Por su parte, Moncho Sánchez-Diezma está igual de espléndido en la piel del director. Su naturalidad es asombrosa y la evolución de su personaje hace que se cree un particular juego de espejos entre los acontecimientos ficticios y los “reales”. Sus matices gestuales y emocionales enriquecen su interpretación, demostrando su gran calidad ya sea en obras del Siglo de Oro o contemporáneas.

Asunción Sanz compone un personaje, una diva del teatro, que , no por reconocible, es menos atractivo gracias a su gran trabajo con las emociones y los sentimientos. El momento en el que se menciona el título de la obra es clave para sospechar por dónde van a ir los tiros pero su capacidad interpretativa hace que el espectador no lo tenga tan claro hasta que el conflicto sentimental-familiar se exponga a las claras.

La función finaliza con un momento agridulce que hace reflexionar sobre los entresijos del éxito. Todo esto hace de Un recuerdo de Avignon una función llena de alicientes para ir a verla. Yo no lo dudaría y rápido, porque están hasta el domingo 4 de octubre en La Fundición.